Evolución hidrogeomorfológica de la Isla de l’Aubadera

La Isla de l’Aubadera configura una de las cuatro islas de Móra d’Ebre: la Isla de Subarrec, la Isla de l’Aubadera, la Isla del Galatxo y la Isla del Vado de Vapor. Estos espacios fluviales, formados por la acumulación de sedimentos (cantos rodados, gravas, arenas y limos) transportados por el río, son espacios protegidos incluidos en la Red Natura 2000 y, en el caso de l’Aubadera, en el Catálogo de Zonas Húmedas de Cataluña.

Antes de la construcción de las presas y grandes embalses, el río tenía una dinámica muy cambiante en cuanto a caudales y transporte de sedimentos. Las riadas tenían la capacidad de transportar sedimentos que erosionaban tanto el cauce como las orillas del río. Al mismo tiempo, evitaban que la vegetación se estableciera y compactara el suelo, manteniendo todos los galachos abiertos y con circulación permanente cuando el caudal lo permitía.

Con la construcción de las presas tanto en cabecera como en el tramo final del Ebro (entre las décadas de los 40 a los 60), el río y sus dinámicas se transformaron totalmente. El caudal quedó mucho más regulado, sin riadas regeneradoras, y con unos caudales mucho más estables. Esto provocó que el conjunto de vegetación del bosque de ribera se consolidara en la mayoría de los espacios fluviales, como es el caso de l’Aubadera. Cabe destacar que el bosque de ribera tiene, entre otras, una función de estabilización que ayuda a prevenir la erosión del suelo en caso de avenida.

l’Aubadera ha sido históricamente un espacio muy concurrido por la población de Móra d’Ebre y ha tenido diversos usos: actividad ganadera con el pastoreo de rebaños, zona de baño, ha acogido eventos lúdico-deportivos y culturales, y ha sido el lugar de ocio de los más pequeños de la población.

En los últimos años, se han implementado medidas de gestión y conservación para proteger l’Aubadera y otras áreas naturales del río Ebro en el municipio de Móra d’Ebre. Mediante la restauración de hábitats, la gestión del bosque de ribera y la sensibilización sobre la importancia de conservar estos ecosistemas fluviales.

La evolución hidrogeomorfológica de la isla de l’Aubadera es un proceso complejo, influido por factores naturales y antrópicos. Entender este proceso es clave para una gestión sostenible de los recursos naturales y la conservación del paisaje fluvial del Ebro.

Bosque de ribera en el espacio natural de la Isla de l’Aubadera

En el corazón del espacio natural de las Islas del Ebro, la Isla de l’Aubadera emerge como un oasis natural de biodiversidad con una gran variedad de hábitats y especies. Esta isla, situada cerca de Móra d’Ebre, es un testimonio vivo de la belleza y la riqueza biológica del bosque de ribera.

  • Álamo blanco (Populus alba): Esta especie de hoja caduca es una de las arbóreas más comunes en la Isla de l’Aubadera, como indica el nombre del espacio. Su tronco característico por su color casi plateado y sus hojas verdes en la parte superior y blanquecinas en la parte inferior proporcionan un hábitat ideal para diversas especies de fauna.
  • Sauce blanco (Salix alba): Los sauces son abundantes en las riberas de la Isla de l’Aubadera, al borde del curso principal del río Ebro, gracias a su capacidad de soportar crecidas. Característico por sus hojas lanceoladas y de hoja caduca como el resto de árboles de la familia de las salicáceas. Su ramaje denso ofrece protección y alimento para muchos pájaros y pequeños mamíferos.
  • Fresno (Fraxinus angustifolia): Este árbol de hoja caduca está presente en las zonas más elevadas de la isla, donde el terreno es más seco. Característico por su hoja compuesta, presenta de 7 a 11 hojas estrechas y alargadas de carácter caducifolio. Se trata de uno de los árboles más extendidos por toda la península y especialmente alrededor de espacios fluviales como l’Aubadera.
  • Carrizo (Phragmites australis): Esta especie de caña autóctona es común en las orillas del río que rodean la Isla de l’Aubadera y otras zonas inundables. Es importante diferenciar el carrizo autóctono de la caña exótica, que presenta un tallo con un diámetro de hasta 5 cm y hasta 6 metros de altura. Históricamente se utilizaba la caña para hacer techos y paredes llamadas cañizos.
  • Especies Exóticas Invasoras: Como en muchos ecosistemas, la Isla de l’Aubadera no está exenta de la presencia de plantas exóticas invasoras. Un caso destacado es la presencia del Arce negundo (Acer negundo), este árbol invasor puede desplazar la vegetación autóctona y cambiar las dinámicas del bosque de ribera, afectando negativamente los hábitats y las especies locales. También cabe destacar la presencia de otras especies exóticas de vegetación como la caña asiática (Arundo donax) y la bardana borde (Xanthium echinatum).

Por último, destacar que el patrimonio natural de l’Aubadera es un activo de salud que destaca por los beneficios directos a las personas. Por este motivo, es importante respetar este espacio conservándolo y respetando los usos y actividades permitidos.

Las balsas temporales para anfibios, aliadas de la biodiversidad

Antiguamente en el río Ebro, con las frecuentes avenidas, se formaban pequeños charcos y balsas aisladas de agua temporales que se convierten en fuente de biodiversidad clave en la pirámide ecológica para la multitud de especies de anfibios, reptiles, mamíferos e invertebrados que dependen de ellas para su supervivencia.

Los anfibios son de los grupos de especies semiacuáticas más amenazadas y en regresión actualmente en hábitats fluviales, el caso del Ebro no es una excepción. Las balsas de anfibios ofrecen hábitats ideales para una gran variedad de especies de anfibios, como ranas y sapos. Las larvas de anfibios pasan una parte importante de su ciclo vital en estas aguas, donde se nutren y se desarrollan hasta su metamorfosis.

Además de los anfibios, las balsas también son de vital importancia para otros grupos de fauna. Reptiles como la culebra de agua (Natrix maura), la culebra de collar (Natrix natrix) y la tortuga leprosa (Mauremys leprosa) encuentran en estos puntos una fuente de agua y refugio. Asimismo, mamíferos como murciélagos, la jineta (Genetta genetta), la comadreja (Mustela nivalis) y la garduña (Martes foina) frecuentan las orillas de estas balsas para su alimentación.

Estos espacios aislados del curso principal del río también son lugares clave para la biodiversidad invertebrada. Libélulas, escarabajos acuáticos y otros insectos son comunes en este entorno. La riqueza de invertebrados no solo es importante para el funcionamiento del ecosistema, sino que también proporciona alimento para muchas de las especies de vertebrados que habitan cerca de las balsas.

Las balsas temporales de anfibios son puntos calientes de biodiversidad dentro de los espacios naturales de las Islas del Ebro. Estos espacios contribuyen a formar una red interconectada de especies que son parte de la pirámide ecológica de ambientes fluviales. Proteger y preservar estas balsas no solo es esencial para la conservación de la biodiversidad local, sino también para el mantenimiento de la salud y la resiliencia de todo el ecosistema.

EL MUNDO DE LOS MURCIÉLAGOS

A la sombra de los frondosos árboles de ribera y en los rincones más escondidos de las Islas del Ebro, reside una población fascinante y crucial para el equilibrio ecológico local: los murciélagos o quirópteros. Esta área protegida, reconocida en el catálogo de zonas húmedas de Cataluña, no solo destaca por su belleza paisajística, sino también por su diversidad biológica, que incluye una gran variedad de especies de quirópteros.
Los murciélagos del espacio natural de l’Aubadera ocupan una amplia gama de hábitats, desde las cuevas hasta los bosques de ribera. Estos mamíferos voladores son expertos en la captura de insectos durante la noche, gracias a su ecolocalización ultrasónica, la cual les permite detectar presas en la oscuridad total. Se estima que un murciélago puede llegar a comer alrededor de 500 insectos en una noche. Este grupo de mamíferos conforma una función vital como controladores de insectos que pueden ser plagas para la agricultura y son el relevo nocturno de las aves que cumplen esta misma función durante el día.

La mayoría de los ejemplares que vemos volar al anochecer son de Pipistrella común pero también destacan otros por su singularidad e importancia ecológica:

  • Murciélago de herradura pequeño (Rhinolophus hipposideros)
    Este quiróptero de entre 4 y 10 gramos y una envergadura alar de 192 a 252 mm. Fácil de distinguir por su fosa nasal con forma de herradura y un pelaje marrón. Se trata de una especie no migradora, aunque realiza movimientos de corta distancia y se ubica en cuevas naturales con colonias de hasta 100 individuos.
  • Pipistrella de Nathusius (Pipistrellus nathusii)
    Este murciélago de entre 230 y 250 mm de envergadura y un peso de 6 a 10 gramos tiene preferencia por las grietas de la corteza de los árboles o las cajas-refugio, aunque hay colonias localizadas en masías, casas e iglesias. Murciélago migrador, puede llegar a desplazarse hasta 2.000 km, siendo una de las migraciones más largas del mundo.
  • Murciélago de agua (Myotis daubentonii)
    Murciélago de tamaño similar a los anteriores, característico de ambientes acuáticos, aunque es una especie muy adaptable. Se ubica principalmente en el bosque de ribera y se puede identificar fácilmente por su comportamiento. Este quiróptero caza con un vuelo paralelo a pocos centímetros de la lámina de agua. Se alimenta de diferentes insectos como dípteros, hemípteros, himenópteros, lepidópteros, incluso de forma esporádica de pequeños peces que captura directamente del agua.

Cabe destacar que, además de controlar las poblaciones de insectos, también contribuyen a la dispersión de semillas y al mantenimiento y equilibrio de la biodiversidad local.

Los murciélagos son unos habitantes esenciales y fascinantes del espacio natural de las Islas del Ebro. Su presencia no solo enriquece el ecosistema, sino que también nos recuerda la importancia de proteger y preservar los hábitats naturales que les dan cobijo.

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